Documentary projects

Gai Chong

Son las 9 am en Bangkok, es domingo. La humedad es alta y el día está soleado. Está todo favorable para que nada arruine el show.

Camino al costado de la línea del tren; una de las zonas más vulnerables y pobres de la gran ciudad oriental. Entre casas improvisadas, tremendos árboles y la línea del tren, busco las peleas de gallos, esas son tan famosas en Tailandia, pero que a la vez son muy distintas según el lugar donde se encuentran. A las que voy yo, son las peleas de la pobreza, en la que el gallo no muere, porque si muere, no hay más peleas. Esto significa que un gallo peleará hasta quedar agonizando y cuando este vaya a caer, la pelea terminará. Ahí vendrá su dueño, el amo, enojado. Su gallo tirita, está sangrando y no quiere seguir viviendo, pero mientras el dueño bebe cerveza, le cose las heridas para que no se desangre. No se puede desangrar, si tiene que pelear 15 minutos después, así que hay que apurarse.

Avanzo entre pequeñas jaulas, como en una feria de gallos, pero que gritan heridos pidiendo auxilio, aunque las risas del público, hacen que el lugar no sea tan doloroso, sino que todo lo contrario. La gente disfruta, se ríe, celebra los golpes de uno a otro, posan para la cámara con sus gallos, orgullosos, porque representan el sueño de salir de la pobreza. Estos no paran de sangrar y no quiere estar ahí, pero están y estarán.

Ahora todo es confusión, hay niños en el público, hay niños dueños de gallos. Esto debería ser algo malo, pero la gente lo disfruta, es todo legal. Es el panorama de día domingo. Aunque algo no me calza, estoy ahí y la gente está feliz, entonces debería ser algo bueno.

Luego termino por aceparlo; es su cultura y recuerdo que en el colegio cristiano que se me educó, me leyeron y enseñaron la biblia y en los pasajes de Génesis decía: Dios creo el mundo para todo beneficio del hombre, es decir, el gallo debe sufrir porque nosotros los humanos, debemos reír. Entonces, que sigan los gritos, la agonía, el desangre. Celebremos las tradiciones, la historia, celebremos la muerte, el sufrimiento del gallo… Dios lo quiso así.